Cuanto
me cuesta Señor, Elevar esta mirada, Y levantar estas manos Y rendirte
mi alabanza.
Cuanto me cuesta Señor Levantarme con el alba, Para
venir ante Ti, Y adorarte en la mañana.
Hablándote de mis cosas, De
problemas que me embargan, De mis llantos y mis risas, De mis hijos, de mi
casa.
De esas cosas tan pequeñas, De esta vida cotidiana, De mis
vecinos y amigos Y los niños en la plaza.
Del hermano que a mi
lado Camina, y me da su casa, Del anciano que me cuenta Sus historias y
batallas.
De esas cosas, no me acuerdo, Pues mi mente está
plagada, De razones y argumentos Que impiden ver tu mirada.
Cuanto
me cuesta, mi Padre Elevar esta mirada, Para contemplar la tuya Que
tanto espera y aguarda.
A que mire hacia el Calvario Y que contemple
las llagas, De aquel que fuera clavado Y muerto en cruz por mi
causa.
A que venga hacia el Calvario, Y ponga en él la mirada, En
esos ojos que inertes Por mi vida se cerraran.
Y que abrace en el
Calvario, Con lágrimas de alabanza, Aquella Cruz que impidiera Que se
perdiera mi alma.
Por eso, esperas mi Padre Que pronto, en una
mañana No busque más mis razones Sino tu dulce mirada.
Contemplando
con cariño A este siervo que te clama, Que llorando de alegría,
dice... Gracias Dios, por tu mirada.
Autor desconocido
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