El primer día el niño no puede comprender el amor.
Entiende el lenguaje de la comida, el lenguaje natural y primitivo de todos los animales.
El niño nace con hambre; necesita comida de inmediato.
El amor no será necesario hasta mucho después...
no se trata de una emergencia. Uno puede vivir sin amor durante
toda la vida, pero no sin alimentos... ahí radica el problema. Poco a poco también siente que siempre que la
madre está cariñosa le ofrece el pecho de una manera diferente. Cuando no está cariñosa,
sino enfadada o triste, le brinda el pecho con mucha renuencia, o ni siquiera se lo da.
De modo que el niño cobra conciencia de que siempre que la madre está cariñosa, siempre que el
alimento está disponible, también lo está el amor. Esto reside en el inconsciente. Cuando os falta una vida de amor, coméis más...
es un sustituto. Y con la comida las cosas son sencillas, porque la comida está muerta.
Podéis seguir comiendo todo lo que queráis... la comida no os puede decir que no.
Con el alimento uno sigue siendo el amo. Pero en el amor uno ya no lo es.
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