El amor, yo lo he visto… Es cual núbil doncella, altiva y arrogante como una diosa griega, cascadas ondulantes en su hermoso cabello, su rostro el de un arcángel por lo adorable y bella.
Su cuello engalanado con un collar de rosas, un ceñidor de seda sobre sus formas bellas, luciendo majestuosa, sobre su hermosa frente, una diadema hecha de lunas y de estrellas,
Sus hombros satinados, como el mármol pulido, guirnaldas de azahares sobre sus pechos tersos, en una mano un ramo de laurel y de olivo, y en la otra un lirio blanco, y un cuaderno de versos.
Su mirada lejana, ardiente y soñadora, ocultando su cuerpo con un ligero manto, esbelta, exuberante, grácil y arrobadora, transparentando entera su delicado encanto.
El amor…Yo lo he visto… Duró sólo un instante… Fue una visión gloriosa, no fue una fantasía, porque dejó grabada su imagen delirante, en la febril nostalgia que hay en mi poesía… . |