Estados Unidos mantiene su presión sobre las empresas extranjeras que operan en países que considera enemigos. Sus presiones lograron que entidades como el Santander, el Sabadell o el propio BBVA cerrasen sus oficinas en Irán y que numerosas empresas dejasen de hacer negocios con el país. Washington, además, ha hecho un marcaje permanente sobre las empresas españolas presentes en Cuba, un acoso que los documentos obtenidos por Wikileaks dejaron al descubierto. Pero EE UU no baja la guardia. El último episodio es una petición de explicaciones al BBVA en tono inquisitorial por parte de la Comisión del Mercado de Valores (la SEC). El detonante que hizo saltar las alarmas del supervisor ha sido simplemente que el BBVA declaraba en su informe anual que tenía uno de sus más de 100.000 empleados en Cuba.