He pasado muchas noches leyendo revistas, muchas noches tratando de concienciarme que no te merecías nada de mí. Pero a la hora de la verdad, cuando llegabas me olvidaba de todo lo que había sufrido y corría a tus brazos para que me regalaras un poco de tu tiempo, y me bastaba, me convertí en menos que la basura que había en mis zapatos. No tenía dignidad, y mucho menos orgullo, pero ¿quién le dice al corazón de esas palabras? Yo sólo sabía que te amaba, que no podía vivir sin ti, que todo lo que me dijeran me entraba por un oído y me salía por el otro porque yo confiaba en ti, no en todas esas personas extrañas que me decían que estaba mal, que mi relación no era sana |