Amarte vida mía, en una lluvia de besos ha sido tocar el cielo... No, no me permitas pronunciar esa palabra, que hace estremecer a mi enamorado corazón... -¡Te Amo!-
Amarte amor mío, no ha sido conocer solamente el paraíso, me permitió tocar el abismo de tu infierno... No, no me permitas tampoco pronunciar, esas palabras duras ¡que sufre mi alma!... -¡Te Odio!-
Eres el amor en mi condena, el alma en un hilo, el pecho palpitante... He sido lo eterno, ¡somos la entrega y la traición!, los amantes sin tregua, la miel de nuestra piel, somos la conciencia ¡que no conoce de razón!... El azúcar amargo, las sábanas encendidas, el secreto a escondidas, el veneno que nos está ¡aniquilando y matando!.
Amor, no... ¡evítalo!, que la confusión del momento ¡no nos permita decirlo!, que nuestro ser no conozca de aquellas razones absurdas, no manchemos el sentimiento, con esas palabras severas... ¡Te Amo... y no quiero Odiarte!.