Me inclino a tu boca Mientras las calles lucen desoladas en invierno Durmiendo el arrullo denso, ocre de las hojas. El aire titubea temeroso en tu presencia y la humedad de la lluvia se hace presente. Me inclino a tu boca
Si la tierra muerde las flores que la besan, Bebiendo miles de burbujas de miel de sus alas. Dibuja girasoles impetuosos en sus comisuras Y persigue los huesos que la han desquiciado. Me inclino a tu boca
Si me tortura el hambre de néctares melosos Deseando las semillas primitivas de las simientes. Anhelando esa uva que fermenta en tus entrañas Espumoso éxtasis, que se desprende de tus labios. Me inclino a tu boca
Mientras la pólvora frutal se enciende en tu sonrisa Palpitando tu alma, y rompiendo en marejadas. Yo desciendo soles, que se funden en tus venas Desprendiendo el rojizo tronco que exhala tu figura. Me inclino a tu boca
Si el polen de amapola que lame la brisa me visita, Y las gotas juguetonas de la llovizna se dispersan. De la tierra libero la dúctil amada arcilla, para moldear con mis dientes tu rostro. Me inclino a tu boca
Si el río granadino de flores me implora descanso, Bebo de los manjares almacenados en toneles. Inhalo el vaho epicúreo, sensual, que exhala tu garganta Para liberar de sed a mis angustiados pechos. Me inclino a tu boca.