Caen como las hojas secas que vemos por las ventanas. Duermen un sueño tibio hasta que despiertan mansamente. Esperan agazapados mientras no nos necesitan. Pero están ahí, arrinconándonos. Acuden sin ser llamados cuando menos te lo esperas. Trastocan nuestra existencia acudiendo en el silencio de la noche. Y están ahí, calculando. Buscan el momento mejor para dejarnos desnudos, para dejarnos clavados. Están ahí, y lo sabes, siempre han estado.
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