Releo mil veces mi conciencia, regreso a la ausencia de aire suelto, dialogo el dialecto de mi intuición, dejando al corazón su propio acierto.
Escucho las voces de tus pasos, lejos del poemario que ilumina mi oscuro, sintiéndo el yugo de tu sentir postrado, haciéndome al lado que no es tuyo.
Espero con el alma que desespera, pues quisiera no tener tiempo en verdad ni para volver a soñar ni para el verso que afilado y travieso raja mi paz.
Inverno en sábanas de llanto y sal, en posición fetal recogida sin consuelo, escupiendo al suelo lo cierto de la verdad, ¿ Como dejar a medio construir el cielo?
Releo mil veces mi conciencia, a sapienza de la guadaña que excusa, de la inconclusa sensación en su dermis, y del fébril ginete que al verte se asusta.
Tal vez el dorso del poema tenga grietas...
Esencia
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