Mi amigo y yo fuimos a la feria.
LA FERIA MUNDIAL DE LAS RELIGIONES.
No era una feria comercial.
Era una feria de la religión.
Pero la competencia era tan feroz
y la propaganda igual de estruendosa. En el «stand» judío nos dieron unos folletos
en los que se decía que Dios se compadecía de todos
y que los judíos eran su pueblo escogido. Los judíos.
Ningún otro pueblo era tan escogido
como el pueblo judío. En el «stand» musulmán supimos que Dios era misericordioso
con todos y que Mahoma era su único profeta. Que la salvación se obtiene escuchando al único profeta de Dios.
En el «stand» cristiano descubrimos
que Dios es Amor y que no hay salvación fuera de la Iglesia.
O se entra en la Iglesia, o
se corre el peligro de condenación eterna. Al salir pregunté a mi amigo: «¿Qué piensas de Dios?».
«Que es intolerante, fanático y cruel», me respondió. Cuando llegué a casa, le dije a Dios:
«¿Cómo soportas estas cosas, Señor? ¿No ves
que han estado usando mal tu nombre durante siglos?». Y me dijo Dios: «Yo no he organizado la feria.
Tampoco las religiones.
Incluso me habría dado vergüenza visitarla».
creaciones Consuelo
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