En el vaho al acecho de las respiraciones que seres amorosos aspiran y reparten los ojos de Karina son destellos de celos pues yo me he amoldado a tu suave silueta. Eres la curvatura que llena de caricias y el cuerpo de soltura en que me desdevano. Sobre nuestros ombligos laten nuevos veranos y la espiga y el semen en tu vientre se alojan. Los ojos de Karina una riña pretenden. Pero tu piel y mi piel son eterna amalgama. En las frondas yo ruedo en tu espalda arenosa mientras la luz te nace de la boca melosa. Somos caligrafías que al instante, nacemos y nuestra entraña es del color de la flama.