En muchas ocasiones he escuchado a personas quejarse, cuando su novio o novia tienen hijos.
En lo particular, pienso que si quieres a tu pareja, pues quieres a sus hijos, y no te importa que vengan en “combo”. Claro, no todos los casos son iguales.
En algunos casos, el o la “ex” no existe, y creo que es el mejor de los casos (las “ex”, o los “ex” friegan mucho la vida). En otros casos existe, pero no es parte significativa en la vida de sus hijos. Y en otros casos, pues es una piedra en el zapato.
En algunos casos los hijos son unas almas de Dios, en otros, son insufribles y repelentes.
En algunos casos, tu pareja los ve todos los días, en otras semanalmente, quincenalmente, mensualmente y hasta anualmente (de acuerdo a lo decidido con respecto a la custodia y visitas).
En cualquiera de esos casos, en la mayoría de ellos tu pareja no está buscando un padre o una madre para sus hijos, porque ya lo(la) tienen.
El rol que puedes asumir es el de amigo(a), compinche, compañero(a) de juegos, confidente, y tantos roles que a veces los padres dejamos de cumplir.
Ahora bien, si los hijos viven con tu pareja, el tratamiento es completamente distinto, porque a pesar de que no son tus hijos, vas a convivir diariamente con ellos, y quieras o no, vas a tener que involucrarte de alguna manera con ellos, y ellos se involucrarán contigo.
Indudablemente llegará el día en que veas algo que no te gusta, algo mal hecho, una conducta no deseada, y deberías poder al menos darles un llamado de atención, regaño o consejo, para corregir las acciones.
Hay padres que son muy celosos en cuanto a quién puede regañar a sus hijos, y pienso que quien vive con ellos debe poder hacerlo.
Libelisse Rivera, en el Blog de “Buenos Padres” nos ofrece estos consejos, que quizás les puedan servir: