SOBRE LA
AMISTAD
Cuando me
pregunte Dios en el día de mi muerte que cual fue
el momento de mi
vida en el que más feliz fuí, le responderé
que fué aquél en
el que el hombro de mi amigo me sirvió de
consuelo y
abrigo en las horas difíciles y amargas, y que
gracias a él
pude seguir viviendo dignamente.
¡Ay amigo mío!
¡Si pudiera definirte!...Creo que no tendría
palabras
suficientes en mis bolsillos de poeta. Me temblaría
el corazón por
tanto sentimiento perdido y tanta lágrima viva.
Sólo allí en un
rincón del alma , estarías tú, con toda tu carga
humana, con esa
sonrisa que me llena el alma.
Jamás sabré si
yo también pude corresponderte, desde
mis miserias y
vacilaciones como tú mereces. Aunque eso sí,
ten por seguro
que cada día lo intento.
A veces me
pregunto cual será el detonante para que dos
personas de
distinto orden, edad o criterio conecten con
lazos más
íntimos que los de la sangre, o vínculos más
estrechos que
pueda dar el mísmo hogar.
Es un auténtico
misterio, pero ocurre, y así es.
Quizás es porque
fueron fabricados o cocidos en las
manos del
Alfarero Divino.
Y no importa ni
la condición, ni el dinero, ni las caídas, ni
los fallos, ni
las despedidas y de nuevo los encuentros.
Tú siempre
permanecerás a mi lado con la mísma calidez
y tus manos
desnudas de rencores y perezas.
¡Ay amigo
mío,bendito seas tú y todos aquellos que cimentan
su vida, sobre
la verdadera amistad.
Querido amigo,
Bienaventuradas tus manos porque siempre
estrecharon las
mías sin temores.
Y
bienaventurados tus ojos porque siempre vi en ellos al
mismísimo Dios
abrazando todas mis dudas y temores.
***
(En un rincón
del alma)