Hay un cielo testigo de un poema interminable, una Fe apilable con sus rezos prolijos en el seno de los suspiros que nos laten tan fuertes y con hambre de no ser comidos.
Hay un fin en el fondo de nuestra vivencia, la eterna vigencia de dulce floración que abarca en el corazón su magia y su ciencia certificando la solvencia de este gran amor.
Hay una hechura en el hoy sin importar mañana, una palabra ciega que ve su porvenir, un coincidir que nos diferencia y agranda en la sensibilidad innata de este sentir.
Hay un ancla común en el mar de la poesía, una vía segura que se aventura en el viaje de vestirnos sin equipaje en piel de la misma vida corriéndonos por las tripas lo honesto de su sangre.
Esencia.
|