Dime
mujer dónde escondes tu misterio mujer agua pesada volumen
transparente más secreta cuanto más te desnudas cuál es la fuerza de tu
esplendor inerme tu deslumbrante armadura de belleza dime no puedo ya con
tantas armas mujer sentada acostada abandonada enséñame el reposo el
sueño y el olvido enséñame la lentitud del tiempo mujer tú que convives
con tu ominosa carne como junto a un animal bueno y tranquilo mujer
desnuda frente al hombre armado quita de mi cabeza este casco de
ira cálmame cúrame tiéndeme sobre la fresca tierra quítame este ropaje de
fiebre que me asfixia húndeme debilítame envenena mi perezosa
sangre mujer roca de la tribu desbandada descíñeme estas mallas y
cinturones de rigidez y miedo con que me aterro y te aterro y nos separo
mujer oscura y húmeda pantano edénico quiero tu ancha olorosa robusta
sabiduría quiero volver a la tierra y sus zumos nutricios que corren por
tu vientre y tus pechos y que riegan tu carne quiero recuperar el peso y la
rotundidad quiero que me humedezcas me ablandes me afemines para entender
la feminidad la blandura húmeda del mundo quiero apoyada la frente en tu
regazo materno traicionar al acerado ejército de los hombres mujer
cómplice única terrible hermana dame la mano volvamos a inventar el mundo los
dos solos quiero no apartar nunca de ti los ojos mujer estatua hecha de
frutas paloma crecida déjame siempre ver tu misteriosa presencia tu mirada
de ala y de seda y de lago negro tu cuerpo tenebroso y radiante plasmado de
una vez sin titubeos tu cuerpo infinitamente más tuyo que para mí el mío y
que entregas de una vez sin titubeos sin guardar nada tu cuerpo pleno y uno
todo iluminado de generosidad mujer mendiga pródiga puerto del loco
Ulises no me dejes olvidar nunca tu voz de ave memoriosa tu palabra
imantada que en tu interior pronuncias siempre desnuda tu palabra certera de
fulgurante ignorancia la salvaje pureza de tu amor insensato desvariado
sin freno brutalizado enviciado el gemido limpísimo de la ternura la
pensativa mirada de la prostitución la clara verdad cruda del amor que
sorbe y devora y se alimenta el invisible zarpazo de la adivinación la
aceptación la comprensión la sabiduría sin caminos la esponjosa maternidad
terreno de raíces mujer casa del doloroso vagabundo dame a morder la fruta
de la vida la firme fruta de luz de tu cuerpo habitado déjame recostar mi
frente aciaga en tu grave regazo de paraíso boscoso desnúdame apacíguame
cúrame de esta culpa ácida de no ser siempre armado sino sólo yo
mismo.