Es el fino arte de hacer
que los otros se sientan bien
en tu presencia.
La habilidad de compartir
con los demás y hacerlos
experimentar su belleza interior.
No significa, sin embargo,
la dulzura que viene del miedo
en asumir una postura,
o bien del deseo
de manipular el otro.
No, la verdadera dulzura es
natural y altruista, no quiere
convencer a nadie, porque es dulce
sin tener que probar esto.
Es la virtud fundamental
en las relaciones interpersonales.
A./D.