Dicen que existen, solo en nuestra galaxia, más de 100.000 millones de estrellas.
Considerando que en la tierra vivimos al rededor de 6000 millones de habitantes, eso nos daría el suficiente permiso para poder sentirnos dueños de al menos una. ¡Yo quiero tener mi estrella! Y es posible que alguien se pregunte: ¿Con que objeto?. La respuesta tal vez no satisface, pero basta detenerse un minuto a contemplar el cielo nocturno, donde esos maravillosos astros habitan, para entender la necesidad de posesión de semejante majestuosidad.
Una estrella no es solamente un cuerpo infinitamente grande y lejano. Tiene el valor agregado de ser una ventana hacia el pasado, hacia la historia, la prehistoria y a veces, los albores del universo.
Cuando miramos una estrella, la luz que llega a nuestros ojos y nos imprime en la retina la belleza del astro, es una luz que ha sido emitida, en muchos casos, miles de años antes de que los seres humanos habitaran el planeta. Incluso algunas estrellas están tan alejadas, que la luz que ellas proveen, se emitió antes de la creación de la tierra misma.
Pero curiosamente hay astros que no están tan lejos, sino mucho más cerca de lo que creemos. Tal es el caso, que algunos hasta habitan entre nosotros e irradian una luz tan poderosa que solo pocos son capaces de pasar por alto. Hay estrellas en la tierra, en cada barrio y en cada familia, que la luz que derraman de sus ojos nos da seguridad, hace que nos reconfortemos y nos ilumina el camino.
Lamentablemente muchas veces también queremos ser dueños de esas estrellas, que en realidad deberían pertenecer a todos.
Hoy yo quiero mi estrella, hoy me voy a adueñar de una. A nadie le voy a avisar ni pienso firmar documento alguno, total, si me equivoco y no es la correcta, hay millones más en ese infinito cielo nocturno.
Considerando que en la tierra vivimos al rededor de 6000 millones de habitantes, eso nos daría el suficiente permiso para poder sentirnos dueños de al menos una. ¡Yo quiero tener mi estrella! Y es posible que alguien se pregunte: ¿Con que objeto?. La respuesta tal vez no satisface, pero basta detenerse un minuto a contemplar el cielo nocturno, donde esos maravillosos astros habitan, para entender la necesidad de posesión de semejante majestuosidad.
Una estrella no es solamente un cuerpo infinitamente grande y lejano. Tiene el valor agregado de ser una ventana hacia el pasado, hacia la historia, la prehistoria y a veces, los albores del universo.
Cuando miramos una estrella, la luz que llega a nuestros ojos y nos imprime en la retina la belleza del astro, es una luz que ha sido emitida, en muchos casos, miles de años antes de que los seres humanos habitaran el planeta. Incluso algunas estrellas están tan alejadas, que la luz que ellas proveen, se emitió antes de la creación de la tierra misma.
Pero curiosamente hay astros que no están tan lejos, sino mucho más cerca de lo que creemos. Tal es el caso, que algunos hasta habitan entre nosotros e irradian una luz tan poderosa que solo pocos son capaces de pasar por alto. Hay estrellas en la tierra, en cada barrio y en cada familia, que la luz que derraman de sus ojos nos da seguridad, hace que nos reconfortemos y nos ilumina el camino.
Lamentablemente muchas veces también queremos ser dueños de esas estrellas, que en realidad deberían pertenecer a todos.
Hoy yo quiero mi estrella, hoy me voy a adueñar de una. A nadie le voy a avisar ni pienso firmar documento alguno, total, si me equivoco y no es la correcta, hay millones más en ese infinito cielo nocturno.