Recuerdo esa noche, nuestros cuerpos desnudos, dos copas de vino tinto, una tina de agua caliente no más caliente que mis deseos, la espuma que resbalaba por tus hombros y mi mirada que resbalaba en todo tu cuerpo. Recuerdo esa noche, la piel tersa de tus largas piernas, mis dedos que no podían dejar de sentirla y la felicidad implícita en esas incontrolables sonrisas que se desbordaban luego de cada palabra que salía de nuestras bocas.
Recuerdo esa noche, tus ojos tan brillantes que hacían de la oscuridad algo imperceptible, tus labios tan rojos y los míos desesperanzados por rozarlos tan cerca como en ese momento se sentían nuestros corazones.
Recuerdo esa noche, una cama con sabanas blancas que nos esperaba para ensuciarse con nuestras inevitables muestras de pasión y la luz anhelante de apagarse para no interrumpir la fusión de nuestras almas.
Recuerdo esa noche, el sudor que brotaba de cada poro inundando nuestras ideas de más fantasías ineludibles, mis brazos encadenando tus caderas y tus uñas arañando mi espalda para dejar la marca de lo que lo pasaba.
Recuerdo esa noche, en la que dormí atado a tu cuerpo descubriendo en él la divinidad que una vez creí imposible y la anormalidad de sentirse extasiado luego de probar el verdadero amor.
Recuerdo esa noche…
Autor:
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Juan Gerardo Cambronero Román
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