La ausencia es trágica de fantasmas, cuando en la vertical doliente las manos enlazan silencios sombríos. Pentagramas interiores modelan la voz, el gesto, la sonrisa, remolinos que se elevan, haciendo cúmulos en el vacío. Un instante basta, para que en la lejanía de los años perdidos, las ramas sigan aferradas con fuerza, a los troncos caídos. Surcan veloces, etéreos y efímeros pintorescas marionetas, en el inexplicable y profundo abismo del sueño, que flota, ante los doloridos ojos que buscan a quien ya se ha ido. |