Quizás la vida al final era sólo esto una niña que juega en una calle empedrada que se queda atrás mientras caminamos entre los árboles.
Una agenda de teléfono llena de tachones. Una palabra escrita sobre otra palabra. Un nombre rectificado. Alguien a quien añadir a cada letra del abecedario.
Quizá no estaba equivocada ni tampoco en lo cierto quién sabe dónde mueren algunas ideas y dónde nacen otras nuevas.
Una equivocación que fue un fracaso. Una ilusión que se volvió un desastre. Un accidente que me dio lo que nunca habría podido conseguir intencionadamente.