Qué deseo revive tu sombra indomable, tinta el silencio como una mancha fugaz e irrompible; a ti la vida te reencuentra a golpes y así te alza devuelta hacia quien te late, te hace un ser acercándose hacia dentro, hacia donde vuelve después de su fondo; cuánta muerte afuera de tus aires aletea en su frío vuelo inquietando al polvo; tú apenas apagas el hambre de la espera, la inasible suficiencia, la luz de lo continuo; tu lengua es retorno, la voz que te arroja a tu misma holgura y revienta la hondura de todas las distancias; encárname con la palabra de tu onírica boca ya que habito una ausencia despierta y sin nombre.
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