LA ROSA BLANCA
Los frágiles pétalos de una rosa blanca, casi fosilizada, quebradiza y entreabierta, me recuerdan que antaño -mas no hace tanto- fueron los artífices de un millón de azaradas, candorosas e incrédulas sonrisas tiernas.
Son hoy la tumba de la miríada que emerge de mis ojos cansados y arrasados; no más que catacumbas de mis tibias lágrimas inciertas… Jamás debí olvidarme de sus espinas afiladas y certeras que, en otro tiempo y en otros lugares distantes, también atravesaron mis venas
A.D
SALUDOS DE TU AMIGA
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