EL PODER DE LA ORACIÓN
Gabriela Louise Redden, una mujer pobremente vestida y con una expresión de derrota en el rostro, entró en una tienda de comestibles.Se acercó al dueño de la tienda y con mucha humildad le preguntó si podía fiarle algunas cosas.
Le explicó que su marido estaba muy enfermo y no podía trabajar y que tenían 7 hijos y que necesitaban comida. Jhon Longhouse, el tendero, se rió de ella y le pidió que saliera de la tienda. La mujer, pensando en sus hijos, le dijo: " Por favor, señor, le traeré el dinero tan pronto como pueda". Jhon le dijo que no podía dale crédito pues no tenía cuenta abierta en la tienda.
Junto al mostrador, un cliente que escuchaba atentamente, le dijo al tendero que
él respondería por todo lo que necesitase la mujer. El tendero, no muy contento, le dijo a la mujer que le diera la lista de la compra.Y, cuando ella se la mostró, le dijo: "Ponga su lista en un plato de la balanza, lo que pese su lista será la mercancía que le daré".
Gabriela Louise pensó un momento con la cabeza baja, cogió la lista, añadió algo en ella y la puso cuidadosamente sobre el plato de la balanza. El tendero y el cliente quedaron estupefactos cuando el plato de la balanza bajó hasta tocar el mostrador y se mantuvo abajo.
El tendero comenzó a poner mercancía en el otro plato y la balanza seguía sin moverse. Cuando ya no cupo nada más, cogió la lista y la leyó con el mayor asombro.
No era una lista de compra. Era una oración que decía: "Señor, tu sabes mis necesidades. Las dejo en tus manos."
Jhon , sin salir de su asombro, entregó a la mujer la mercancía y ella, dando las gracias, salió de la tienda.
El cliente pagó la compra, diciendo: "Realmente valió cada centavo".
No fue hasta un tiempo después que Jhon Longhouse descubrió que la balanza estaba rota.
SÓLO DIOS SABE LO QUE PESA UNA ORACIÓN.
A/D
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