Como el viento que anhelas en la tórrida tarde y el agua que a la mar discurre sin sonidos debajo de la tierra y como capa de ella, estamos aquí anclados, amigo, en esta lejanía. Las voces tan amadas son tan solo sonidos que el corazón atrapa y recoge en el nido pero luego se van, tras el reloj herido, y solo quedan los recuerdos queridos, o dolidos atravesando nuestros seres desvalidos. Y en la zozobra nuestro encuentro fortuito es remanso de luz, caricia despeinada ,cantarina fuente donde las aguas de la amistad agitan las banderas de la mano tendida y el beso inquieto ante el atardecer donde el adiós comparte suavemente mi austera adutez y tu inocente inocencia adultecida para enseñarme al tenderme una foto para que no te olvides-dices-con tan tierna sonrisa , que si se puede acortar las distancias burlándole a la vida. Nunca será un adiós cuando el recuerdo guarde al final de ti y de otros, tan bella despedida.
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