Esta calidez proviene del corazón. No es así con la cabeza, porque
la cabeza
es siempre fría, fría y calculadora. El corazón es cálido,
no es calculador.
La cabeza siempre piensa cómo adquirir más, el corazón cómo dar más.
Esa calidez es propiamente dar: dar energía, dar vibraciones desde
el interior,
dar vida. Por eso sientes que hay una cualidad distinta
en el corazón.
Si la persona te abraza realmente, sientes una profunda fusión con ella.
¡Toca! Cierra los ojos y toca cualquier cosa. Toca a tu amado o a
tu amante,
toca a tu hijo o a tu madre, a tu amigo, a un árbol, una flor
o simplemente la tierra.
Cierra los ojos y siente la comunicación entre tu corazón y la tierra
o tu amado.
Siente cómo tu mano es tu corazón que se estira para tocar la tierra.
Deja que el sentido del tacto se relacione con el corazón.
Cuando escuches música, no la escuches con la cabeza. Olvídate de
la cabeza
y trata de sentir como si fueras un ser sin cabeza.
Mientras escuchas música,
escúchala con el corazón. Siéntela llegar al
corazón, deja que tu corazón
vibre con ella. Deja que tus sentidos
se unan al corazón, y no a la cabeza.
Intenta esto mismo con todos los sentidos y siente cómo cada sentido
va al corazón y se disuelve cada vez más en él.
El corazón es el loto. Cada sentido simplemente es la apertura del loto,
los pétalos del loto. Primero intenta relacionar tus sentidos con el corazón.
Segundo, ten presente que cada sentido va directo al corazón y
es absorbido por él.
Una vez que estas dos cosas se asientan, y sólo entonces, tus sentidos
comenzarán a ayudarte:
te dirigirán al corazón y éste se convertirá en un loto.