El director de orquesta Von Karajan caminaba deprisa por una calle céntrica de una ciudad, y otro hombre hacía lo mismo por una calle que cortaba. Literalmente chocaron en la esquina y ambos se sobresaltaron por el choque.
"¡Imbécil!", le gritó el hombre a Von Karajan. El aludido se limitó a quitarse el sombrero a modo de saludo y respondió: "Von Karajan".
Karajan hizo que la ofensa rebotara hacia el ofensor sin que llegara a afectarle y convirtió una posible pelea en un episodio humorístico. Por tanto, ofensa y daño son dos cosas distintas.
Ofensas no nos van a faltar durante toda la vida, pero depende de nosotros aprender a negarnos a sentirnos ofendidos o a aceptar el daño y convertirlo en ayuda.
La mejor defensa consiste en negarse a sentirse ofendido; la peor, consiste en buscar la ofensa en cada esquina.
Tú decides...
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