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Fragmentos de lo Cotidiano
Hoy parece que va a ser un dìa especial. El servicio meteorològico anuncia tormentas elèctricas y caìda de granizo. Se aconseja precauciòn a toda la poblaciòn en general. Serè precavida.
Va a ser un dìa especial,sin duda, porque los oràculos dicen que la conjunciòn planetaria y las fuerzas universales favorecen las uniones, los encuentros entre almas perdidas, en especial para los signos de fuego. A quien le quepa el sayo que se lo ponga entonces, decìa mi abuela, y yo, que soy de Aries pero a decir verdad descreo bastante de los horòscopos, por las dudas, por si acaso, decido salir a enfrentar el dìa munida de optimismo.
Llevo paragüas y el pelo recogido con un moño azul, muy a tono con mis ojos y la cartera que, ademàs, hace juego con mis botas. Me subo al primer colectivo que pasa y como el viaje es largo y tengo la suerte de conseguir asiento, despliego sobre mi falda un libro que me prestò mi amiga Juana y me concentro en la lectura. "La inseguridad emocional y las crisis nerviosas, sumada a la carencia de autoestima, suelen confundir nuestra manera de pensar.....es factible alguna culpa encubierta. Al no poder exteriorizar el nudo central del conflicto que nos afecta, buscamos eliminarlo arrancàndonos los pellejos o bien manifestando brotes alèrgicos, rinitis y, lo màs comùn, mordièndonos las uñas, hàbito al que se llama onicofagia. Si usted padece de alguna de estas alteraciones, se recomienda consultar con un facultativo."
Pucha, me digo para mis adentros mientras levanto la vista y oteo las calles lluviosas a travès de la ventanilla empañada, voy a pedir urgente una cita con el terapeuta, creo que formo parte del grupo de riesgo. Y mientras voy pensando en el asunto ese de la baja autoestima y los brotes alèrgicos, entiendo, de repente y sin anestesia, que es como se terminan entendiendo las grandes verdades de esta vida, por què razòn me pasè las primeras tres dècadas de la mìa comièndome las uñas...
El dìa transcurre sin penas ni glorias, pero a media tarde el cielo ennegrece de golpe y aunque estoy a buen resguardo dentro de mi oficina cèntrica, veo a travès de los cristales còmo caen del cielo unas enormes bolas de granizo que van a golpear sin piedad contra todo ser viviente u objeto circulantes. Me acuerdo del pronòstico meteorològico de las ocho de la mañana, esta vez le pegaron, pienso mientras observo còmo la gente se resguarda debajo de los techos o dentro de los pasillos y locales, y por un rato no se ve nada salvo una densa cortina de agua que todo lo empapa. Suena el telèfono y la voz de Aguirre al otro lado me recuerda que sigue en pie la reuniòn de las cuatro en el estudio de Arenales. Miro el reloj y veo que todavìa me sobran un par de horas. Entonces salgo, necesito despejarme un rato antes de empezar a discutir de negocios. Afuera, la lluvia y el granizo han cesado, ahora sòlo queda una leve llovizna que apenas si moja. Camino por Rivadavia hacia el sur y en el cruce con la avenida Callao entro, muy decidida, a la confiterìa Del Molino que està casi desierta.
Allì te veo, estàs en la ùltima mesa junto a la ventana que da sobre Callao. Tenès un aire entre melancòlico y tierno que me cautiva, las manos grandes, unidas sobre la mesa y una mirada clara y franca, que parece perdida en el devenir de las gotitas de agua que resbalan por el vidrio. Siento remolinos de agua correntosa en el vientre. Creo que es mi dìa.
Yo no sè si vos creès en los oràculos, si, como yo, acaso leìste hoy el horòscopo de los signos de fuego, es màs, ni siquiera sè si sos Aries, Leo o Sagitario; si te interesa el tema de la onicofagia sobre el cual hoy, si me dejaras, casi casi podrìa dictarte una càtedra. Miro ya con escaso disimulo tus manos cruzadas una sobre la otra y me alegro -tontamente, lo admito- de que no lleves alianza en el meñique y de que no tengas las uñas comidas. Buen comienzo, me digo. Y ahì nomàs te sonrìo. Te sonrìo mostràndote mis dientes blancos y parejos, te sonrìo con los ojos, te sonrìo con el alma surcando ese breve espacio que todavìa nos separa.
Va a ser un dìa especial,sin duda, porque los oràculos dicen que la conjunciòn planetaria y las fuerzas universales favorecen las uniones, los encuentros entre almas perdidas, en especial para los signos de fuego. A quien le quepa el sayo que se lo ponga entonces, decìa mi abuela, y yo, que soy de Aries pero a decir verdad descreo bastante de los horòscopos, por las dudas, por si acaso, decido salir a enfrentar el dìa munida de optimismo.
Llevo paragüas y el pelo recogido con un moño azul, muy a tono con mis ojos y la cartera que, ademàs, hace juego con mis botas. Me subo al primer colectivo que pasa y como el viaje es largo y tengo la suerte de conseguir asiento, despliego sobre mi falda un libro que me prestò mi amiga Juana y me concentro en la lectura. "La inseguridad emocional y las crisis nerviosas, sumada a la carencia de autoestima, suelen confundir nuestra manera de pensar.....es factible alguna culpa encubierta. Al no poder exteriorizar el nudo central del conflicto que nos afecta, buscamos eliminarlo arrancàndonos los pellejos o bien manifestando brotes alèrgicos, rinitis y, lo màs comùn, mordièndonos las uñas, hàbito al que se llama onicofagia. Si usted padece de alguna de estas alteraciones, se recomienda consultar con un facultativo."
Pucha, me digo para mis adentros mientras levanto la vista y oteo las calles lluviosas a travès de la ventanilla empañada, voy a pedir urgente una cita con el terapeuta, creo que formo parte del grupo de riesgo. Y mientras voy pensando en el asunto ese de la baja autoestima y los brotes alèrgicos, entiendo, de repente y sin anestesia, que es como se terminan entendiendo las grandes verdades de esta vida, por què razòn me pasè las primeras tres dècadas de la mìa comièndome las uñas...
El dìa transcurre sin penas ni glorias, pero a media tarde el cielo ennegrece de golpe y aunque estoy a buen resguardo dentro de mi oficina cèntrica, veo a travès de los cristales còmo caen del cielo unas enormes bolas de granizo que van a golpear sin piedad contra todo ser viviente u objeto circulantes. Me acuerdo del pronòstico meteorològico de las ocho de la mañana, esta vez le pegaron, pienso mientras observo còmo la gente se resguarda debajo de los techos o dentro de los pasillos y locales, y por un rato no se ve nada salvo una densa cortina de agua que todo lo empapa. Suena el telèfono y la voz de Aguirre al otro lado me recuerda que sigue en pie la reuniòn de las cuatro en el estudio de Arenales. Miro el reloj y veo que todavìa me sobran un par de horas. Entonces salgo, necesito despejarme un rato antes de empezar a discutir de negocios. Afuera, la lluvia y el granizo han cesado, ahora sòlo queda una leve llovizna que apenas si moja. Camino por Rivadavia hacia el sur y en el cruce con la avenida Callao entro, muy decidida, a la confiterìa Del Molino que està casi desierta.
Allì te veo, estàs en la ùltima mesa junto a la ventana que da sobre Callao. Tenès un aire entre melancòlico y tierno que me cautiva, las manos grandes, unidas sobre la mesa y una mirada clara y franca, que parece perdida en el devenir de las gotitas de agua que resbalan por el vidrio. Siento remolinos de agua correntosa en el vientre. Creo que es mi dìa.
Yo no sè si vos creès en los oràculos, si, como yo, acaso leìste hoy el horòscopo de los signos de fuego, es màs, ni siquiera sè si sos Aries, Leo o Sagitario; si te interesa el tema de la onicofagia sobre el cual hoy, si me dejaras, casi casi podrìa dictarte una càtedra. Miro ya con escaso disimulo tus manos cruzadas una sobre la otra y me alegro -tontamente, lo admito- de que no lleves alianza en el meñique y de que no tengas las uñas comidas. Buen comienzo, me digo. Y ahì nomàs te sonrìo. Te sonrìo mostràndote mis dientes blancos y parejos, te sonrìo con los ojos, te sonrìo con el alma surcando ese breve espacio que todavìa nos separa.
Primer 
