Quienes se entreguen a buscar la salud de otros, deben recordar la historia de Buda, al que su padre intentó proteger de las miserias del mundo, encerrándolo en su palacio.
Cuando logró finalmente escapar de esa amorosa prisión, descubrió la enfermedad, la vejez, la pobreza y el ascetismo.
Y jamás volvió a su hogar.
Tal vez algunas personas también deberán abandonar alguna vez a quienes, en nombre del amor, los retengan en un abrazo demasiado estrecho |