Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Creaciones_Gabito
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 General 
 ENTREGA PREMIOS ASISTENCIA DIARIA 
 ❥❥¸.•`*´´¨ ASISTENCIA DIARIA¸.•`*´´¨❥❥¸ 
 OFRECIMIENTO Y PETICIONES FIRMAS 
 ESPACIO DISEÑO Y FIRMAS UTOPIA 
 ALEJANDRO FERNANDEZ VIDEOS 
 SECRETOS DE LA ABUELA] 
 POEMAS CANELA 
 REFLEXIONES 
 ✿*¨ ¨*✿ RETOS DE LA SEMANA ✿*¨ ¨*✿ 
 TODO SOBRE EL (PSP 7) Tubes imagenes etc 
 ALEJANDRO FERNANDEZ VIDEOSº*º*º 
 Recetas y secretos de la Abuela 
 DISEÑADORA SOLITA 
 Diseñadora 
 
 
  Herramientas
 
General: A LA BUENA DE DIOS
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: Romina1981  (Mensaje original) Enviado: 05/09/2012 21:33

 

 


Voy a narrar esta historia solo parcialmente,  conciente de que la omisiòn de ciertos asuntos tiene sus muchas y variadas razones de ser.
Conocì a Nadia en el hospital y tuvimos la suerte de que nos tocara compartir la misma caja.  ¿Qué quièn es Nadia? ¿Qué de què caja estoy hablando? Vayamos por partes.
A Nadia apenas si la conozco màs allà del hecho meramente fortuito de que ambas coincidiésemos en nuestros tiempos de enfermar, atendernos y sanar respectivamente, a manos de un maravilloso equipo de investigaciones mèdicas vanguardistas. Puedo decir de ella sì que es delgada, morena, alta, algo hosca, callada, quizá un tanto recelosa. Intuyo que viene de lejos aunque nunca se lo preguntè,  sin embargo siempre es la primera en llegar. Su mamà la acompaña incondicional y amorosamente cada jueves, la chica es muy jovencita y, como yo, que ya hace rato que dejè de serlo, tiene miedo.  Miedo al dolor. Miedo a lo desconocido. Miedo a que las cosas no vayan del todo bien.  Nadia podría ser mi hija, pienso mientras la observo hundida en el butacón de la salita de espera,  la mirada concentrada en la pantallita del celular, distraída de todo lo que su madre parlotea mientras aguardamos a ser atendidas.
La señora, como es lógico, quiere saber, quiere entender, quiere ayudar, necesita otras voces que se sumen, otras experiencias que le clarifiquen un poco màs el asunto que la ocupa y preocupa. Escuchàndola, comprendo que necesita algo asì como solidaridad de gènero, porque mientras atienden a Nadia al otro lado de la puerta cerrada, me trae relatos de amigas, de vecinas, de cuñadas, todas afectadas por esta suerte de epidemia que se desparrama cavernosamente entre nosotras, las mujeres.  Al fin sale Nadia, màs tranquila, relajada.  Su madre ya me ha contado que el tratamiento empezó a darle algunos resultados y la mèdica acaba de corroborarlo.  Las despido con una sonrisa còmplice, me alegro por ella y también en secreto por mì, ya que he escuchado decir a la mèdica que Nadia y yo compartimos por esas cosas del azar, la medicación rotulada bajo la caja número C-118
Y aquí viene el asunto de las cajas.. entre màs de un centenar de ellas, importadas desde Cuba, se han distribuìdo aleatoriamente y a ciegas unas medicinas inyectables de propiedades presuntamente curativas. Nadia, que no debe tener màs de veinte años, ha tenido la fortuna de que sus tres dosis de vacunas, por lo visto, no resultaran ser placebos.  No existen pruebas, es cierto,  no hay manera de saberlo cuando los frascos se escogen al azar y se etiquetan en la primera visita, ni siquiera los médicos conocen cuàl es el contenido de cada envase, cuàl número de serie es el que posee una dosificación màs alta o màs baja de la droga.  Sòlo el laboratorio de origen maneja esta información, altamente confidencial, y aunque al principio me cueste aceptarlo y me genere ciertos resquemores,  al final comprendo y evaluando riesgos y beneficios, como quien echa la moneda a cara o cruz, doy mi consentimiento para someterme a la prueba que cuando finalice tendrá, según lo he entendido, alcances trascendentales en el campo de la medicina no preventiva pero sì curativa.
Entro a mi consulta leyendo el interrogante en los ojos vivaces de la doctora, que como siempre me recibe con una sonrisa. Imagino que el resultado exitoso de esta investigación de la cual ella forma parte tan activa y entusiasta, debe significar algo asì como un hito en su carrera profesional.
Le digo que por mi parte no hay novedades, que todo sigue igual.  Pero ella sabe, como tambièn lo sè yo, que soy de la misma partida de vacunas que la chica que acaba de retirarse. Confiemos, me dice, como me lo ha dicho en todas las consultas anteriores. El tiempo es clave en cuanto a los resultados. Paciencia.  Y de verdad que durante el transcurso de estos meses he aprendido lo que es la confianza. Ninguna otra cosa màs que la confianza y el deseo de curarme me trae hasta aquí jueves tras jueves.  La mèdica me revisa y apenas si cruzamos unas palabras.  Laura no tiene tiempo de conversar, son muchas las pacientes y los detalles que le incumben aparte de las aplicaciones y los controles, no ha sido asignada a esta tarea en virtud de sus dotes comunicacionales, para eso està su asistente.  Sol es en efecto una persona extremadamente càlida, contenedora, imbuida de positivismo.  Cada palabra suya es un remanso para los oídos y su rol en esta experimentación es esencial, me atreverìa a decir que casi tan esencial como el de los expertos investigadores que llevan adelante todo el proyecto. Su fe y sus gestos de aliento me inspiran, de hecho, mucha màs confianza que el sereno y discreto profesionalismo de  la doctora a cargo.
Las últimas dos semanas serán cruciales, asì me lo han manifestado Sol y Laura desde los inicios del tratamiento y yo, que podría ser la mamà de Nadia y que como ella, seguramente, tengo infinitas razones por las cuales desear una curación, confìo, no hago otra cosa màs que confiar.
Han pasado ya dos meses y medio, la consulta crucial se acerca.  Estoy a sòlo seis días de mi octavo control y aunque no me he vuelto a cruzar con Nadia y su mamà, si las viese creo que la misma luz brillarìa hoy en todas nuestras pupilas.  ¡Me estoy curando!  Este viejo huésped que tantas molestias me ha causado y tantos callados temores me ha infundido, parece comenzar a rendirse.  Aùn casi no me lo creo y como si precisara cerciorarme de que en efecto està cediendo en su virulencia, aprieto los ojos un rato, con fuerza, y cuando vuelvo a abrirlos miro nuevamente la zona de mi cuerpo que antes había estado sitiada.  Dos veces al dìa repaso el campo.  Ya casi no quedan dudas…
Me pregunto en este punto què será de todas aquellas compañeras de batalla con las que nos cruzamos màs de una vez en los largos y laberìnticos pasillos del hospital, mujeres de variadas edades y condiciones sociales que, como yo, aceptaron someterse a este tratamiento experimental sin garantías de curación pero llenas de una fe que yo llamarìa imbatible, la clase de fe que sobreviene cuando se lo ha probado todo en materia de tratamientos convencionales, sin resultados decisivos ni a corto ni a largo plazo.  Me pregunto también què suerte correrán de aquí en màs las legiones de compañeras de gènero que a lo largo y a lo ancho del planeta padezcan este mal y tengan conocimiento de que estas vacunas efectivamente podrìan curan su enfermedad. Como la etapa experimental se encuentra ya en sus facetas finales, estoy segura que en vista del alto porcentaje de efectividad que vienen mostrando las vacunas ya aplicadas durante el último año, muy pronto la comercialización de las mismas será un hecho consumado.  Serìa deseable –y esperemos que este deseo no quede trunco en el terreno de lo utòpico- que màs allà de los costos y por encima de los intereses económicos de las grandes corporaciones mèdicas, existiese alguna normativa o ley que asegurase a futuro y de forma igualitaria y gratuita el acceso a este tratamiento para todas las mujeres que asì lo precisaran, sin que fuesen condicionantes para recibirlo ni su lugar de origen o residencia, como tampoco su pertenencia a una determinada clase social .  Por mi parte, ello me haría sentir infinitamente màs feliz y agradecida de lo que ya me siento.  Ojalà asì sea.
 
 
G. Acebal
 
 
 


Primer  Anterior  2 a 4 de 4  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: MONI Enviado: 05/09/2012 23:50

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Manul2 Enviado: 06/09/2012 00:52

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Monika1 Enviado: 06/09/2012 00:53


Primer  Anterior  2 a 4 de 4  Siguiente   Último  
Tema anterior  Tema siguiente
 
©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados