En un cuarto de hotel
En cuartito de hotel lindo y desconocido:
-horizontes azules, focos esmerilados-,
en donde entramos juntos, absortos y turbados
por el fiero imposible que habíamos vencido.
El me besó en la boca, y le entregué rendido
mi cuerpo frágil, dulce, deseoso y extenuado....
¡Oh reposo indecible después de lo pasado!
¡Oh delicia inefable después de lo sufrido!
Yo no sentí rubor de mi carne desnuda.
La dicha me ahogaba como una mano ruda
y el cristal de mis ojos se enturbiaba de llanto,
mientras él de rodillas, con sus besos furtivos,
abrazaba el marfil de mis pies sensitivos
con la fiebre ardorosa de su boca de santo.
MARIA MONVEL (Chile, 1899 - 1936)