Una persona generosa es la que da sin esperar recibir nada a cambio.
En algunos países, los verdaderos regalos no consisten en comprar algo en una tienda, sino en regalar cosas propias. Así, si me gusta un libro y se lo quiero regalar a alguien, no lo compro en la librería, sino que le regalo el mío propio.
Dar de lo propio, del propio tiempo, de la propia comida, de la propia ropa o de la propia sabiduría, supone desprenderse de algo. Pero hacer esto no disminuye mis posesiones, sino que las aumenta. Dar con amor es la única ecuación en la que cuanto más restas más tienes.