LA INOCENTE
No sabía de amores... nunca había querido, era entre las flores el capullo escondido.
Ignoraba la pena, del engaño, el olvido y su alma era ajena a la voz de Cupido.
Todo fue diferente cuando extraño en la vina, le robó de repente su conciencia de niña...
Entre sombras lo vio, y al mirarse en sus ojos, en el alma sintió inocentes antojos,
Que turbaron su sueño y de su alma el candor. ... Ella lo hace su dueño... y conoce el amor.
He aquí, la inocente, que ignorando el sendero; da su amor de repente al que llega primero.
De: Luis A. Perdomo P
|