Tengo sed, una sed milenaria. Las grietas de pasados posibles sorben mi nada, se reseca mi piel y cuartea mi alma.
Han caído algunas gotas, se evaporan de inmediato, siento como se deshace mi ego, como la vida se hace polvo y no sacia.
Sueño con la llegada del líquido, que anegue mi esperanza y ahogue mis ganas. Rezo por la caída de alfileres húmedos, que derramen aliento en las entrañas.
Oigo el trueno, ¡huele a agua! comienza el diluvio y comienza mi marcha. Brilla el cielo y después calma, se estiran mis miembros y empieza la danza. |