Cuando tus versos despliegan sus verdes alas de país hermano trasvasas los aromas de los frutos en cofradía. Siento el artero fuego diluido en tu cadencia de mano al “momento” que estiras tu largo brazo afable de abadía.
Danza la escarapela universal en tu letra que sueños acuna cuando leo al alba tu pluma y la mañana muestra su cara Blanca profunda/ Al galopar las largas piernas de la Tarde dejan su huella Gris al templo devenir de la luna.
Tu excelsa pluma baila en la tinta como una red pescadora airada, como un viento perenne que arrastra la sangre de los pelos y penetra el corazón con suaves dedos sin uñas/ Tus ojos de tierra derriban el limite del cerco, y en tu ecléctica mirada el día muta su noche de estrellas/ Tu mansedumbre de mano obedece a tu cándida alma fortificada/ Tu corazón lame su herida y sale ileso de toda batalla/
Es en ti donde la palabra imprime su letra de aire, expande su soplido de fuelle continente. La tardanza hace apuro de memoria urgente como si la lluvia presagiara su costado clemente.
No requiero la presencia de tu figura ni su velo porque reconozco la pisada de tu alma bella y tus poderes más altos que la longitud del cielo/ La tierra mimetiza su esmalte en tu rubia cabellera donde la montaña reduce su estructura.