Algunos años, meses y días antes que esto sucediera pensaba que si llegaba a ocurrir, no iba a poder soportarlo; pensé que me iba a derrumbar y que iba a caer en una depresión terrible. Sin embargo, Dios me fue preparando y fue fortaleciendo mi carácter, nunca decayó mi fe. Siempre estuve en espera de un milagro y el milagro sucedió, no como yo hubiera imaginado pero sucedió. Ocurrió el milagro de saber que en este momento ella ya no está sufriendo, el milagro de que mi carácter fue totalmente renovado y fortalecido; puedo decir que tengo paz en la tormenta. Mi vida con Dios ha sido una aventura; mi vida con Cristo ha cambiado todo mi ser y sé que si no lo tuviera en mi vida, simplemente no soportaría estas situaciones.

No importa por lo que estés pasando, no importa cuan difícil sea esa situación por la cual te sientas preocupado(a) o triste. Confía en Dios, apóyate en Él, porque en nuestras propias fuerzas nunca vamos a poder, pero en las fuerzas de Dios somos más que vencedores. Como hijos de Dios pasamos por tormentas, por tribulaciones y por infinidad de momentos de prueba, pero lo asombroso es que al hacerlo, si estamos confiados en Él, tenemos paz. Dios nunca nos mandará algo que no podamos soportar. Él es justo, y si permite que ocurran estas situaciones es porque sabe que nosotros somos capaces de soportarlas, y porque Él tiene un propósito en cada una de ellas, y tiene control de todo.

“Dios está en la tristeza y en la carcajada, en lo amargo y en lo dulce. Detrás de cada cosa se oculta un propósito divino; y, por lo tanto, en cada cosa se halla la presencia divina” - Neale Donald. Teniendo a Dios en nuestra vida aunque haya tormentas siempre vamos a tener paz.
Yo ya no me puedo imaginar mi vida sin Dios; Él siempre hace la gran diferencia.
Esto vino a mi mente en estos días: