Ahora que de regreso rocío y llama añoran sus querellas.
¿Qué son tus lágrimas sino el beso de las nubes que acabas de alcanzar?
Si en mis brazos tu castidad sonríe arrepentida, tu rubor es un átomo de sangre todavía virgen.
En un principio fue el Verbo, nos dijeron. Y luego el Amor, dijimos.
Demos gracias al Creador por nuestra exacta geometría.
El ángel de la guarda me ha ceñido su espada. Duerme. Yo, velaré.
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