La mañana teñida de gris y plata se adueñó en nuestra cita de barro y agua y fué un consuelo, que fuera aquél paraguas quien como cielo juntara nuestros cuerpos por el paseo.
Te quiero, te quiero, sonaban nuestros pasos acompasados sorteando los charcos. Te quiero. Y las nubes se abrían. Y ya mojados los pájaros se cobijaban prestos bajo el alero de aquel tejado.
Siguiendo el sendero del río, caminando junto a las jaras de la ribera, el caminar se hacía de barro y frío, iluminado, por la luz de tus ojos de miel y avena.
Bésame, bésame, sonaban las ranas al caer al agua para de la fuerte lluvia guarecerse. Bésame amor, leí en tu frente. El camino bajaba entre los olmos El agua ya no corría, cabalgaba, A lomos de un corcel, mi deseo tenía la fuerza que alimentaban tus labios.
Pendientes de comer, tú me dijiste, que te gustaba el arroz de cualquier forma, ¿ Ves ese tren, amor, de mil vagones ? Cargado de arroz va y en cada grano, soñé un verso y un te quiero. Amor de mis amores,
El secarse la lluvia fué de caricias. Cobijados, nuestros besos mezclamos con más delicias. Pero eso no se cuenta. Lo reservamos. |