La tristeza es un sentimiento sin palabras pero con mucho dolor, pues duele en el alma, en lo más hondo, duele en el pecho y no brilla el sol.
Al principio eres feliz y sonríes porque todo va bien, y en un momento dado ya no recuerdas el ayer, pues vives el hoy porque crees que es así, porque crees que es mejor mirar hacia adelante y poder ilusionarte, sin tener ningún temor.
De repente algo sucede y te invade el terror, te duele la mente y el corazón, el mundo se para, pues llega el llanto, la pena, todo aquel dolor que no esperabas y que de ti se adueñó.
Sabes que es una tontería y que no merece la pena llorar, pero no puedes, no puedes evitar que tus ojos reflejen la tristeza que en ti no se va, y el alma, el alma se escapará allí donde nadie la oirá.
Es tu reflejo, que muestra al mundo lo que sientes hoy y quizá también mañana, pero necesitas tiempo para aliviar tu dolor y sentir que se va, que te sientes mejor.
Al final todo acaba, pues encuentras solución a lo que más te preocupaba, aquello que tanto dolía, que punzaba tu calma y también tu alegría.
Ahora sonríes y te ríes de aquellos momentos, porque eres feliz y todo es perfecto, así de simple, y a la vez, a la vez tan cierto.
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