Aunque otra vez Paris entinte el cielo robándome tu bálsamo, mi gloria, aunque Troya no deje en la memoria otro tatuaje que el del desconsuelo,
aunque el sosiego que voraz anhelo, enlodado, me sepa a vil condena, aunque soberbia tu beldad, Helena, mi reina, artífice de mi celo,
me inmole sin piedad, arrodillado y inerme, no importa, voy a tenerte porque eres mía, mío tu enjoyado
corazón, míos tus labios, y verte desnuda, dócil, límpida a mi lado merece incluso el riesgo de la muerte. |