Qué rosario sin cuentas para una novena tan larga. Qué brillante es la pena para oírla en tu garganta.
Clamores quiero escucharte. Desgarradoras palabras. Pero no de dolor y llanto, sino de margaritas y rosas blancas.
No te disculpes por ser, no tienes que demostrar nada.
¡Grita al viento que te escuche, que despliegue él tus alas! mas no dejes de volar con tu grano de esperanza.
Que no hay mujer que merezca vivir, bajo tantas amenazas.
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