Increpado por una muchedumbre airada
lava sus manos el gobernador;
la corona se clava en Nuestro Señor
mientras llora su madre inmaculada
al escuchar la sentencia anunciada.
Resulta su final abrumador,
limpiar nuestros pecados con amor
es carga demasiado pesada;
mas para ello ha sido forjada
desde el inicio del tiempo su vida:
la sangre que en la cruz fue derramada
la muerte siendo así por fin vencida.
Quien siga su senda sacrificada
la justa gloria tendrá retribuida.