Una tierra blancuzca apisonada
se sentía como mármol de Carrara
al fragor del fogón y en torno a él
debatíamos los temas al tropel.
Al calor del alcohol y los cigarros
cuentos y narraciones siempre al día
un grupito de amigos que departía
esperando que el fuego ablande el pato.
Las canciones de puro reconcomio
acallaban las voces del momento
concentraban el alcohol en un instante
para centrar la atención al debutante.
¡Oh Fermin que rasgabas la guitarra!
sacando de ella notas de sentimientos
entonando las canciones de Ledesma
para erizar la piel de Godofredo.
Cuando David tomaba el escenario
había que guardar la reverencia
porque cantaba sus reminiscencias
que a todos nos ataba de las manos.
Guaroa, siempre recordado “Misiguaro”
anfitrión como ninguno he hallado
el amigo sin edad y sin reservas
en su mecedora central de “la nevera”