Las suegras no son los seres
terroríficos que solemos creer.
Pese a la mala fama que tienen,
sólo son madres que desean l
o mejor para sus hijos,
al igual que nosotras.
Si tenemos una buena actitud con ellas
podremos descubrir que no son tan malas
como las pintan y podemos
llegar a llevarnos bien con ellas.
Y llega el momento de conocer a nuestra suegra!
Después de un prudente tiempo de relación,
tenemos la oportunidad de conocer
a la amada progenitora de nuestra pareja.
Los nervios están a flor de piel, no sabemos
como reacionara nuestra potentada suegra
ante nuestra presencia.
Temblamos, temblamos y temblamos,
hasta que descubrimos que más que una realidad,
aquella maldad férrea de las suegras es un mito.
¡Sí! Un mito bien afincado…
Hoy en día, la mayoría de las suegras
no son abominables ogros dispuestos a iniciar una guerra.
Tampoco, unas horrendas brujas que
esperan nuestra primera equivocación
para lanzarnos al suelo.
Nada de eso… No debemos seguir creyéndonos
el cuento de que “a los bebés los trae
una cigüeña desde París”
y seguir montadas en la película de acción
en donde las victimas siempre seremos nosotras.
No niego que en épocas más “estrictas”
las suegras fueran una pesadilla:
ya me imagino a las pobres novias bombardeadas
a punta de preguntas,
examinadas de pies a cabeza
y con la “grata” exigencia
de tener que presentar certificado de vacunas,
de estudios, de ingresos, de buenas intensiones…
Las suegras modernas son buenas suegras.
Ahora todo ha cambiado:
ya no viajamos en burro sino en auto,
ya no enviamos cartas sino emails,
ya no tenemos que esperar para tener información,
sino que la encontramos con sólo
encender nuestra computadora…
Todo ha cambiado, así mismo,
las suegras también lo han hecho.
Nosotras, como mujeres sensatas,
debemos tener en cuenta que aquellas mujeres
mas que suegras son madres que siempre velarán
por el bienestar de sus retoños,
que se preocupan por ellos y desean
lo mejor para sus vidas –eso también
nos incluiría a nosotras.
Por eso es importante el conocimiento
entre nueras y suegras,
no sólo por la tranquilidad de las últimas,
sino por el acceso a la vida del hombre
en todas sus dimensiones de las primeras.
Para que andar armadas hasta los dientes ante
una mujer que desea la felicidadde su hijo?
¿Acaso no es lo mismo que
nosotras anhelamos con el alma?
Eso es algo tonto.
Hasta donde sé, el amor maternal
no es considerado como un arma de destrucción masiva.
Entonces, ¿para qué andarnos con prevenciones?
Mucho de lo que suceda con nuestras suegras dependerá
de nuestra actitud. Basta con recordarles
que si vamos predispuestas de forma negativa,
terminaremos por embarrarla con excelente desempeño;
pero si le ponemos nuestra mejor actitud a la suegra,
tal vez encontremos a una buena amiga.
“No me comprometo con la suegra, sino con su hijo”
aseveran por ahí. ¿Desean escuchar un mejor chiste?
De una forma u otra siempre
nos comprometemos con la suegra.
Así que es mejor hacer nuestra lucha porque
sea un buen compromiso sin perder el norte
de lo que deseamos, ¿no lo creen?
© autor: Lluvia.