Allá donde se encuentran dos
mitades, donde reposan los ángeles caídos y no existan los pares o
impares ni cigarreros sin lectores escondidos.
Donde no muera el invierno y resucite el
verano, la luna no quiera mirar de reojo al rico, al pobre, a ti y al
pagano.
Espérame donde no existan números
rojos, allá donde los bancos estén en quiebra y a las sonrisas se les
llamen llantos.
Donde sobreviva el traspiés de la
ginebra por encima de dioses y sagrados santos.
Espérame en algún lugar del mundo, en las
iglesias desterradas del pasado, en el agujero negro más profundo, donde
se descanse si se está cansado.
En
lo alto de aquél alto valle donde la gente viva soñando y no hable, ni
grite ni se calle.
Allá donde me esperes, te estaré
esperando
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