Señor, ayúdame a decir la verdad, delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el
aplauso de los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la felicidad…
Si me das fuerza, no me quites la razón…
Si me das éxito, no me quites la humildad…
Si me das humildad, no me quites la dignidad.
Ayúdame siempre a ver el otro lado de la moneda.
No permitas que me acusen de traición, simplemente por no pensar igual a los demás.
Enséñame a amar a la gente como a mí mismo y a juzgarme como juzgo a los demás.
No me dejes caer en el orgullo del triunfo, ni en la desesperación del fracaso.
Más bien recuérdame que el fracaso es la experiencia a través de la cual se accede al triunfo.
Recuérdame que perdonar es la grandeza del fuerte, y que la venganza es la señal primitiva del débil.
Si me quitas la fortuna: déjame la esperanza.
Si me quitas el éxito: dame la fuerza para aceptar el fracaso y seguir confiando en Tí.
Si yo fallara a la gente: dame el valor para disculparme humildemente.
Si la gente fallara conmigo: dame el valor para perdonar sinceramente.
Señor, haz que nunca me olvide de Ti.
Porque sé que Tú no te olvidas de mí.
"Mis padres podrán abandonarme, pero tu me adoptarás como hijo" Salmo. 27:10
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