La vida es ya, por sí misma, el mayor tesoro que se nos regala al nacer,
y en la que cada uno somos diferentes, por tanto,
sólo tú sabes qué es lo mejor para ti, teniendo en cuenta el presente,
el día a día, y no tanto, el futuro. Pero eso sí, vívela con humildad, con felicidad... y no pienses que tú eres la perfección absoluta. Ésta sólo corresponde a Dios.
Sé valiente y capaz de afrontar todos los retos que se te presentan,
sin olvidar a los que te rodean. Y recuerda: al final de la misma "sólo te examinarán del amor".
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