La amistad filosófica, la que entraña un amor al conocimiento del uno al otro,
la que pasa por encima del tiempo y las dificultades,
la que genera lazos de auténtica fraternidad
aunque no haya vínculos sanguíneos de por medio.
La amistad es una sonrisa constante,
una mano siempre abierta,
una mirada de comprensión,
un apoyo seguro, una fidelidad que no falla.
Es Dar más que recibir;
es generosidad y autenticidad.
Es un tesoro que vale la pena buscar y una vez encontrado,
mantener para toda la vida como anticipo
del reencuentro de las almas gemelas
y como sombra favorita de lo eterno.