ALGUIEN ME ENSEÑÓ...
A ser consciente del privilegio de la vida.
A responder con ello a los talentos que Dios me ha dado.
A ser feliz, siendo yo mismo(a) conforme a mi vocación y a mis sueños.
A tener el coraje de ser libre para elegir mis caminos,
venciendo mis temores y asumiendo las consecuencias de mis actos.
A tener alegría para construir mi felicidad.
A tener éxitos, pero también fracasos,
que me recuerden mi condición humana,
la grandeza de Dios y el peligro de la soberbia.
A sentirme completo, a amarme y a reconocer que soy único(a),
irrepetible e irremplazable, y que valgo por lo que soy,
no por lo que tengo.
A tener la capacidad de gobernarme.
A querer el presente, elegir el futuro y trabajar para conseguirlo.
A recordar el pasado, pero no vivir en el ayer;
A soñar en el futuro sin despreciar el presente.
A perdonarme mis errores, mis culpas y mis caídas.
A tener el suficiente valor para pedir perdón
y a perdonar a otros, olvidándome de los rencores.
A renacer cada día.
A sentir que Dios vive en mí y agradecerle su infinito amor,
su entrega incondicional y su presencia.
A dejar de sobrevivir y atreverme a vivir.
A ser completo(a), no sustituto(a), menos objeto, a saber querer,
saber decir sí pero también no.
A hacer de cada día, un día especial para los demás y para mí.
A entender que, al igual que otros(as), se puede ser buen(a) hijo (a), hermano(a), esposo(a), guía y amigo(a).
"Por esto, ya que por la misericordia de Dios
tenemos este ministerio, no nos desanimemos.
Más bien, hemos renunciado a todo lo vergonzoso
que se hace a escondidas;
no actuamos con engaño ni torcemos la palabra de Dios.
Al contrario, mediante la clara exposición de la verdad,
nos recomendamos a toda conciencia humana en la presencia de Dios.
Pero si nuestro evangelio está encubierto, lo está para los que se pierden.
El dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos,
para que no vean la luz del glorioso evangelio de Cristo,
el cual es la imagen de Dios.
No nos predicamos a nosotros mismos sino a Jesucristo como Señor;
nosotros no somos más que servidores de ustedes por causa de Jesús.
Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas,
hizo brillar su luz en nuestro corazón
para que conociéramos la gloria de Dios
que resplandece en el rostro de Cristo.
Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro
para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros.
Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos;
perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos.
Donde quiera que vamos, siempre llevamos en nuestro cuerpo
la muerte de Jesús, para que también su vida
se manifieste en nuestro cuerpo"
2 Corintios 4:1- 10.
(A./D.)
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♥ Bendiciones!!! ♥
♥ Alex & Odris ♥
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