todo de nácar, nubes y algodón,
sutil, dulce, tierno y bello…
perceptible sólo para mi corazón.
Secas mis lágrimas tenuemente,
cuelgas la sonrisa a mi dolor,
te acerca fugaz y de repente…
pones la música en mi interior.
Reconozco tus pasos en el silencio
tu despliegue de alas sin rumor;
el cántaro fresco de tu risa
que descubre y ahuyenta mi temor.
¿Cómo he de llamarte ángel de la guarda?
si eres camino, luz, estrella, amor…
haces que el cielo baje, que el infierno huya
quizás he de llamarte como tu color ¡AZUL!