¡ Oh Señor ! que sola estoy, que vacío,
navegando voy por ese río,
pidiendo, orando por una explicación.
¡ Oh Señor ! dime el porqué, dame una razón,
lo pusiste en mi vereda y lo traté con amor,
le di mi vida, le entregué mi corazón.
Llegó a mí como un niño adormecido,
como ave sin nido, desolado y perdido,
buscando en mis manos, cura a su dolor.
Sané sus heridas, olvidándome de las mías,
le di razón a su vida y el amor que tanto quería,
le di mi corazón con valentía.
Lo tuve a mi lado y lo amé con osadía,
cuide sus pasos, dormí en su regazo,
creí que la vida me sonreía.
¡ Oh Señor !, si sabias que yo también sufría,
que venia de un mar lejano con la piel herida,
Señor, sabias que más dolor no soportaría.
Si era tan fácil amarlo, si era un dulce remanso,
porque lo trajiste hasta mis brazos,
para luego tener que olvidarlo.
Olvidarlo? si sabes que no podré dejar de amarlo,
tan solo te pido un porqué,
te lo pido todas las noches con lágrimas de hiel.
Se fue sin poder retenerlo, Señor ¡ Oh Señor !,
te imploro que me escuches,
que mitigues mi interminable dolor.
Sola en mi cama lo recuerdo enamorada,
añoro sus mano cálidas y su cara en mi almohada,
recuerdo después del beso, cuando decía que me amaba.
Señor, ¡ Oh Señor !, dame consuelo,
ya no puedo con mis desvelos,
siento que sin él me muero.
Tráelo conmigo y perdona mi testarudez,
pero no vivo sin él, soy noche sin amanecer,
devuélveme a mi amado, soy nadie sin él.
¡ Oh Señor !, no cuestiones mi Fe,
no me pidas que siga en la lucha,
no me digas que viviré sin él.
¡ Oh Señor de los Cielos ! tu que todo lo puedes,
entrego en tus manos mi impotente corazón,
concédeme el milagro, concédeme su amor.